El Correo entrevista a Mustapha Ali, abogado saharaui formado en Cuba y miembro de Euskadi-Cuba
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«Crecí y me licencié en Cuba, junto a 30.000 estudiantes extranjeros», recuerda el abogado saharaui, que cursa un máster de Cooperación Internacional.

«Respeto mucho Euskadi, pero volveré a los campamentos»

Laura Caorsi - El Correo - Sección "Nuevos vascos".- Mustapha Ali era solo un niño cuando se despidió de su familia. Era la primera vez que viajaba tan lejos, que se separaba de los suyos. Nunca se había montado en un barco. Hasta aquel día de 1985, era un pequeño saharaui que había vivido en un campamento de refugiados, con suelo árido bajo los pies y un desierto en el horizonte.

La perspectiva de un mar azul y un barco inmenso era, por contraste, una promesa de aventura que cumplió sus expectativas infantiles y amplió su proyección como adulto. «La nave pertenecía a la antigua Unión Soviética. Me impresionó mucho por su tamaño y porque cabían muchas personas. Yo tenía doce años y aquello me parecía increíble. Me entusiasmaba el viaje y no me sentía triste porque, si bien no viajaba con mi familia, tampoco estaba solo. Embarqué junto con otros niños saharauis de mi edad y éramos un grupo numeroso, alrededor de 800», calcula. Esos niños, como muchos otros, se beneficiaron del convenio de cooperación internacional entre el Frente Polisario y Cuba, que permite a los jóvenes vivir y formarse allí con un apoyo parecido a las becas.

«Los quince días que pasamos en el mar fueron una maravilla para mí. ¡Imagínate! Ser un niño saharaui y pasar dos semanas en medio del océano. Recuerdo ver delfines nadando a nuestro lado, acompañando al barco, recuerdo los colores… Fue una experiencia tremenda, única, imposible de olvidar».

El viaje cautivó a Mustapha, pero fue el destino lo que le cambió la vida: la Isla de la Juventud, en Cuba, se transformó en su hogar y su escuela durante los siguientes catorce años. «En esa isla había, sobre todo, estudiantes y universidades. Yo crecí en un lugar donde había jóvenes de diversas procedencias. Éramos unos 30.000 extranjeros, de África y de América Latina. Compartí con ellos el instituto y la universidad. Me ayudaron mucho otros saharauis que habían llegado antes», explica Mustapha, que ya había estudiado español en la escuela.

A los tres años de vivir allí, pudo volver de vacaciones con los suyos. «Me premiaron por ser buen estudiante. Volví a casa durante un mes», recuerda. Después continuó con sus estudios en la isla caribeña, que lo recibió siendo un chaval y lo devolvió licenciado en Derecho. «Terminé la carrera en 1999 y volví a los campamentos, donde ejercí mi profesión durante tres años, hasta que regresé a Cuba para trabajar como profesor de estudiantes saharauis. Cuando el cambio cultural es tan notable, resulta fundamental que se ayude en la inserción, facilitar la adaptación, explicar ese otro mundo», señala.

«Lo echaré de menos»

La capacidad didáctica de Mustapha lo devolvió al Sahara en 2010, esta vez como profesor de español para los niños que, más adelante, viajarán a formarse a la isla caribeña. Sin embargo, es su expediente académico lo que le ha traído hasta aquí. «Existe un convenio entre la Universidad del País vasco y el Ministerio de Cooperación de la República Árabe Saharaui Democrática. El Gobierno vasco otorga unas becas para formar estudiantes saharauis e impulsar la cooperación humanitaria y el desarrollo de nuestro pueblo en el ámbito educativo», detalla el letrado, que llegó hace menos de dos años para hacer un máster en Cooperación Internacional.

Mustapha tiene 42 años y vive en Bilbao desde principios de 2014, aunque aclara que la suya es una estancia temporal. Regresará donde más le necesitan. «He terminado mis estudios y he presentado mi trabajo final, en el que analizo los principales cambios de Cuba desde 1990 hasta la actualidad. Mi idea siempre fue enfocarlo desde la experiencia de un extranjero que ha vivido allí y que ha tenido el privilegio de presenciar los mejores y peores momentos del país. Cuba es una nación a la que le tengo muchísima admiración y respeto», reconoce el joven abogado, que el viernes pasado, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Ernesto ‘Che’ Guevara, participó junto a la asociación Euskadi-Cuba en un coloquio sobre el revolucionario, escritor y médico argentino.

«También le tengo un gran respeto al País vasco -añade-. Yo nunca había imaginado que vendría a Europa, y la verdad es que agradezco que haya sido aquí, un lugar donde la gente es muy solidaria y la sociedad se vuelca mucho en ayudar a los demás. Lo echaré de menos, sin duda, pero no me quedaré. Tengo previsto regresar a los campamentos en breve, para ayudar en lo que haga falta, y continuar difundiendo la causa saharaui», manifiesta.

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